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INVITADO ESPECIAL DE CEMENTOS LA UNIÓN: NACHO DUATO

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Este mes Cementos La Unión tiene como invitado especial a Nacho Duato, actor, director y coreógrafo. Una figura de la danza a nivel mundial, que ahora mismo está al frente, como intendente, del Staatsballett de Berlin.  Le preguntamos sobre su oficio, su trayectoria y su visión sobre la gestión pública cultural y esto es lo que nos cuenta.

“La danza es la cenicienta
de las artes, la que menos
apoyo institucional recibe…
y debería ser justo
al contrario,
porque es la más efímera
de todas.”

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¿Qué es para usted la danza?

Pues para mí la danza es un trabajo como podría serlo cualquier otro. Sí que es verdad que en estos momentos mi relación con ella es diferente a la que he tenido en otros momentos de mi vida profesional, pues el ejercer como intendente del Staatsballett de Berlín trae consigo unos condicionantes que no se dan cuando trabajas como bailarín o coreógrafo.

El hecho de estar al frente de la Compañía, ¿qué supone al margen del trabajo más artístico?
Una parte burocrática y administrativa que he de reconocer que a veces se me hace cuesta arriba. Llevo muchos años dedicado a la danza y la labor de despacho pura y dura a veces me resulta pesada. Eso sí, sigo disfrutando mucho de mis ensayos, los estrenos, el trabajo con los bailarines… Así que el balance es muy positivo y sigo creyendo en la danza como el primer día.

¿Cree que esta disciplina en general está menos valorada que otras artes?
No en todas partes. En Rusia, donde he estado trabajando tres años, de todas las expresiones artísticas, la danza es la más valorada. Por poner un ejemplo, en el Teatro Mikhailovsky de San Petersburgo que dirigía, se bailaban más espectáculos de danza que de ópera.Y esto no es un caso aislado: instituciones tan importantes como el Stanislavsky, tienen las mismas subvenciones para danza que para ópera. Pero estamos hablando de Rusia; si hacemos el análisis en el resto de Europa, la cosa cambia. Y si nos fijamos en España, aún se valora menos.

¿Por qué cree que ocurre esto en nuestro país?
Por falta de cultura del arte: hay un déficit muy grande en la educación de los niños en este campo. En mi opinión, es capital que en los colegios se inculque a los niños la importancia del arte, de la música, de la danza… del arte en general. Que sepan interpretar, valorar, criticar.

¿Y por qué piensa que esto no se hace?
Yo creo que nuestra sociedad aún está condicionada por los 40 años de dictadura terribles que hemos arrastrado en nuestra historia reciente. Un régimen que prohibía cualquier manifestación artística que no estuviera relacionada con los toros, un tablao de flamenco y desfiles militares… Y a día de hoy, aunque parezca mentira todavía quedan posos de todo aquello; ese tufillo que no nos quitamos de encima.Y eso afecta a las decisiones políticas, la gestión de presupuestos públicos, la apuesta por unas u otras expresiones artísticas…Por supuesto, en este sentido siempre digo que la danza es la cenicienta de las artes, la que menos subvenciones recibe, la que menos apoyo institucional tiene… y debería ser justo al contrario.

¿Por qué?
Pues sencillamente porque es la más efímera de todas las artes. Se trata de una expresión intangible: no te puedes llevar un ballet a casa como puedes llevarte una partitura, una novela o una película. La danza se disfruta en directo, hay una conexión directa entre el público y los artistas durante la obra; pero cuando acaba el espectáculo, todo se esfuma: queda el sentimiento, la emoción que has podido sentir, pero nada más. Por eso, para que sea viable invertir tiempo y recursos en crear espectáculos de danza, es imprescindible que haya un apoyo mayor institucional.

Con este panorama… ¿qué le diría a quien sueñe con triunfar en este mundo?
Bueno, aquí yo niego la mayor: uno no se mete en este mundo por triunfar, y si hay alguien que lo encara así ya empieza mal. Uno tiene que bailar porque se lo pida el cuerpo como una necesidad como pueda ser comer o ir al baño. A partir de ahí, te pones a hacer coreografías, a disfrutar realmente con esto. Y si luego tienes éxito, estupendo; pero no debe ser eso lo que te mueva, de ninguna manera. Hay gente muy artista en este mundo que no tiene por qué ser una estrella de la danza.
Luego estamos los que somos más conocidos, que es estupendo, pero no es la prioridad. Yo no sé ni quiero hacer otra cosa: si me levanto una mañana y considero que no tengo nada nuevo que aportar y que estaría mejor en otro sitio, dejaría de trabajar en un teatro y me iría a otro sitio. Sin dudarlo.

Hace unos meses regresó a España al frente de su compañía con La Bella Durmiente. ¿Cómo valora el reencuentro con el público de su país?
A mí me encantó, estuve realmente a gusto y creo que el público también disfrutó viendo mi trabajo cinco años después de abandonar profesionalmente España. Además, he vuelto con un estilo clásico, algo que no había hecho aquí, y me siento muy satisfecho porque el público lo recibió muy bien. En general fue una semana muy bonita para tanto para mí como para toda la Compañía. Madrid es una ciudad muy acogedora y lo pasamos estupendamente.

¿Es muy diferente vivir en Madrid y Berlín?
Totalmente, Madrid tiene mucha vida en la calle, se puede pasear, disfrutar… Berlín en ese sentido es más fría. Para vivir, echo muchísimo de menos España en general.
Usted ha trabajado en muchos países, ¿cómo se valora en Alemania, qué diferencia con respecto a Rusia y España?
Para contestar a esta pregunta, simplemente voy a dar un dato: lo que se gastan en la ciudad de Berlín en danza no se lo gastan en toda España. El Staatsballett cuenta con 100 bailarines que hacen 120 espectáculos al año; se baila en tres teatros, con tres orquestas, en una de las cuales está Baremboim… el nivel es incomparable con el de España.

¿Y a nivel europeo?
Berlín es la capital europea lo mires por donde lo mires. El amor del público por la danza, por la música, por el arte, es incomparable. Con respecto a Rusia, el público quizás sea más frío en Alemania, pero también diría que tienen un punto, digamos “infantil”, como un poco ingeniuo, creen demasiado en el arte. Admiran muchísimo al coreógrafo, al bailarín y el esfuerzo que hay detrás. Esto en España es impensable…
Por supuesto, en España se creen que los que nos dedicamos a la danza estamos todo el día por ahí bailando… Mi madre me contaba que una señora hace poco le dijo “¿pero por qué se va tu hijo a bailar a otros países? Que abra una discoteca aquí y se ponga a bailar cuando le apetezca…”. Esa mentalidad cuesta cambiarla.

¿Dónde cree que ha sentido más valorado su trabajo?
A mí la crítica siempre me ha tratado muy bien, por lo que siento que mi trabajo está valorado a todos los niveles, tanto en más puramente profesional y artístico, como en el cariño del público. Quizás por aquello de que nadie es profeta en su tierra, si alguna vez me han dado algún palo ha sido en España; pero en general me he sentido querido, apoyado y respetado. Si he estado 20 años en España es por algo.
Pero su salida de la Compañía Nacional de Danza no estuvo exenta de polémica. En este caso, yo respeto la decisión que se tomó en su día aunque no la comparta; pero eso no quiere decir que no me sintiera valorado.
Si estuve tanto tiempo en la Compañía Nacional de Danza no fue solo porque estaba a gusto, sino porque me sentía respaldado por ministros, directores generales, etc. que apoyaban mi propuesta.

¿Cómo definiría el estilo Duato?

Como he estado en tantos sitios, Rusia, España, Alemania, y he hecho tantas cosas diferentes, es difícil identificarme con un estilo concreto. Hago clásico, contemporáneo… A la gente, y sobre todo a los críticos, les gusta eso de las etiquetas y tenerte clasificado, para meterte en una especie de cajoncito, pero es que a mí no saben ya dónde meterme: si miras mi trayectoria con espectáculos como La Bella Durmiente, Cascanueces, Romeo y Julieta… de pronto hago algo como Herrumbre, Bach, Jardí Tancat. Mi estilo es muy ecléctico.

¿Qué factores influyen para que se incline en cada momento de su carrera por uno u otro estilo?
Para empezar, depende de para quién trabajes. Cuando eres un freelance, haces lo que te parece siguiendo los criterios que tú consideras más oportunos en cada momento, pero cuando diriges compañías estatales, como puede ser el Ballet Imperial Ruso o el Staatsballett de Berlín tienes que amoldarte, hacer un ejercicio de responsabilidad y no hacer solamente lo que tú quieras sino también lo que la gente pide y lo que la ciudad en ese momento necesita.
Hay veces que hay que hacer cosas por encargo, y no pasa nada; toda la vida ha sido así… Hasta en el Renacimiento, los artistas hacían trabajos por encargo que han pasado a la historia: el mismísimo Miguel Ángel o Bach, que al parecer escribía una sonata por semana…

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